Si alguna vez te has frotado los ojos y te has preguntado por qué sientes que están ardiendo, es posible que se trate de algo más que un caso típico de ojos secos.
¿Qué es la rosácea ocular?:
La rosácea ocular es una extensión de la más conocida rosácea facial, una afección crónica de la piel que se caracteriza por enrojecimiento, inflamación y, a veces, brotes similares al acné.
Cuando la rosácea se extiende a los ojos, se convierte en rosácea ocular y los síntomas pueden variar desde sensación de arenilla y ardor en los ojos hasta sensibilidad a la luz y visión borrosa. Curiosamente, los signos y síntomas oculares pueden aparecer antes de la manifestación cutánea (o de la piel) en el 20 por ciento de los pacientes con rosácea.
Comprender la rosácea ocular significa reconocer su impacto real en la vida de las personas. No se trata simplemente de una afección física, sino de un desafío diario que afecta el bienestar emocional.
Imagínate despertarte todos los días con los ojos como si hubieran pasado por una tormenta en el desierto: con picazón, resecos y dolorosamente conscientes de cada parpadeo. Esta es la realidad de muchas personas que padecen rosácea ocular. A menudo, la detección temprana de los signos y la intervención con procedimientos específicos en el consultorio de oftalmología pueden limitar o eliminar muchos de estos síntomas.
Causas de la rosácea:
La rosácea ocular implica específicamente la inflamación de los ojos y los párpados. La causa exacta de la rosácea, incluida la rosácea ocular, no se conoce por completo, pero varios factores pueden contribuir a su desarrollo. Estos factores incluyen:
Genética: la evidencia sugiere que la genética puede desempeñar un papel en la rosácea. Es posible que corra un mayor riesgo si tiene antecedentes familiares de rosácea.
Desequilibrio del sistema inmunitario: las anomalías en el sistema inmunitario pueden contribuir al desarrollo de la rosácea. El sistema inmunitario puede reaccionar de forma anormal a los desencadenantes, lo que provoca inflamación y los síntomas característicos de la rosácea.
Disfunción vascular: los cambios en los vasos sanguíneos y la hiperreactividad vascular son características comunes de la rosácea. Los vasos sanguíneos cerca de la superficie de la piel pueden dilatarse con mayor facilidad, lo que produce enrojecimiento y rubor.
Ácaros Demodex: algunos estudios sugieren una posible relación entre los ácaros Demodex, que habitan naturalmente en la piel humana, y la rosácea. Una mayor cantidad de estos ácaros en la piel puede contribuir a la inflamación.
Desencadenantes ambientales, dietéticos y cosméticos: estos desencadenantes pueden incluir la exposición a la luz solar, el clima cálido o frío, el viento, los alimentos picantes, el alcohol y ciertos productos para el cuidado de la piel.
Participación microbiana: se están realizando investigaciones sobre el papel de los microbios, incluidas las bacterias, en el desarrollo de la rosácea. Los cambios en el microbioma de la piel pueden influir en la respuesta inflamatoria.
Factores desencadenantes:
Como comentábamos antes, la rosácea ocular es conocida por aparecer en respuesta a diversos estímulos: desde alimentos picantes y bebidas calientes hasta factores ambientales como el viento y la luz solar, pueden desencadenar o intensificar un brote. Conociendo esta particularidad, podrás tomar decisiones informadas y con ello reducir la frecuencia e intensidad de los brotes.
La rosácea ocular suele aparecer también como respuesta al estrés, por lo que el manejo del mismo es un componente crucial para la mejora de los síntomas.
¿Qué podemos hacer?:
Incorporar alimentos antiinflamatorios a tu dieta puede cambiar las reglas del juego, como por ejemplo pescado rico en omega 3, verduras de hoja verde y bayas de colores vivos. Si bien no es una solución milagrosa, estos ajustes en la dieta pueden contribuir al bienestar general y, potencialmente, aliviar o disminuir los síntomas de la rosácea ocular.
La hidratación se convierte también en tu aliado de confianza. Hábitos sencillos como mantenerte adecuadamente hidratado pueden marcar una diferencia sustancial. Imagínate que tus ojos son un jardín: regarlos con regularidad ayuda a mantener su vitalidad y resistencia.
Más allá de los factores externos, tu rutina diaria de cuidado de los ojos puede ser fundamental para encontrar alivio. Opta por productos antiinflamatorios para el cuidado de los ojos, evita los limpiadores agresivos y no te frotes los ojos, un hábito aparentemente inocente que puede exacerbar los síntomas.
Un sueño de calidad es otro aliado en tu paso a la recuperación de los síntomas. Considera usar un humidificador para mantener niveles óptimos de humedad en el aire, evitando que tus ojos se sequen durante la noche.
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