El embarazo puede estar lleno de sorpresas agradables e inesperadas, y cada embarazo presenta sus propios desafíos. A continuación, vamos a indicar algunas formas en las que el embarazo puede afectar a los ojos y al sistema visual.
1) El melasma es una hiperpigmentación cutánea que se presenta principalmente alrededor de los ojos y las mejillas, pero también puede estar ubicada en la frente, el puente de la nariz y el área del labio superior. A medida que el estrógeno, la progesterona y la hormona estimulante de los melanocitos aumentan durante el embarazo, son responsables de estas manchas de color marrón grisáceo. Una vez que los niveles hormonales vuelven a la normalidad después del parto, las manchas de melasma generalmente desaparecen (en unos pocos meses). Si la pigmentación de la piel no vuelve a la normalidad, existen varios tratamientos disponibles para reducir la apariencia de estas manchas oscuras.
2) El síndrome del ojo seco, que ya es más común en mujeres que en hombres, es otro cambio que puede ocurrir o empeorar durante el embarazo. Además, la deshidratación debido a las náuseas, los vómitos y los medicamentos para tratar estos síntomas pueden contribuir aún más a los síntomas del ojo seco.
3) La blefaroptosis puede afectar uno o ambos párpados superiores debido a una disfunción de los músculos del párpado. Esto ocurre debido a que los niveles más altos de estrógeno provocan una mayor retención de agua, lo que conduce a una ptosis mecánica. Esto suele resolverse durante el período posparto.
4) Pueden producirse cambios en la visión debido a que la córnea sufre cambios biomecánicos durante el embarazo, lo que provoca un cambio en el índice de refracción de la córnea. Estos cambios suelen ser temporales y vuelven a su estado normal varios meses después del período posparto.
5) La presión intraocular suele reducirse aproximadamente un 10% durante el embarazo, lo que puede beneficiar a las mujeres con hipertensión ocular o glaucoma.
6) Las oclusiones vasculares retinianas son poco frecuentes en mujeres sin factores de riesgo cardiovascular preexistentes; sin embargo, el embarazo pone a las mujeres en un estado de hipercoagulabilidad y, por lo tanto, más susceptibles a oclusiones de venas y arterias retinianas durante el embarazo. Recomendamos una evaluación de la retina al menos una vez al año para descartar posibles complicaciones sintomáticas o asintomáticas.
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