El estrés, especialmente cuando es prolongado, puede tener un impacto significativo en nuestra salud visual. Esta conexión, aunque menos conocida que otros efectos del estrés sobre el cuerpo, está respaldada por numerosos estudios y casos clínicos. A continuación, exploramos cómo y por qué el estrés puede alterar nuestra visión.
Cambios físicos y hormonales:
Cuando enfrentamos situaciones de estrés, nuestro cuerpo libera hormonas como el cortisol y la adrenalina, que activan la respuesta de «lucha o huida». Estas hormonas pueden afectar directamente a los ojos, generando síntomas como:
- Aumento de la presión intraocular: En personas con predisposición, esto puede agravar enfermedades como el glaucoma, una de las principales causas de ceguera en adultos mayores.
- Dilación de las pupilas: La adrenalina provoca que las pupilas se dilaten para «mejorar la visión», pero este cambio puede causar sensibilidad a la luz y dificultad para enfocar objetos.
Problemas visuales asociados al estrés:
Además de los cambios hormonales, el estrés puede desencadenar condiciones específicas en la vista, tales como:
- Mioquimias: Temblores involuntarios en los párpados, que aunque son inofensivos, suelen ser molestos y están relacionados con la tensión nerviosa y la falta de sueño.
- Fatiga visual: Dificultad para enfocar, visión borrosa o doble tras largos periodos frente a pantallas. Esto ocurre porque el estrés puede intensificar el uso continuo de los músculos oculares.
- Maculopatía serosa central: Una inflamación en la mácula, parte de la retina esencial para la visión nítida. Este trastorno puede provocar una pérdida repentina de visión, aunque en la mayoría de los casos se resuelve una vez que el estrés disminuye.
¿Qué podemos hacer?
La mejor manera de proteger nuestra visión es abordar el estrés de raíz. Actividades como la meditación, el ejercicio físico regular y la terapia psicológica pueden ser de gran ayuda. Además, es fundamental acudir a revisiones oftalmológicas periódicas, especialmente si se experimentan cambios visuales repentinos o persistentes.
Conclusión
El estrés no solo afecta nuestra mente y cuerpo, sino también nuestra visión. Aunque muchos de los síntomas son transitorios, es importante no ignorarlos y buscar atención médica para prevenir problemas más graves.
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